Compostaje en primavera: transforma tus residuos en nutrientes para la tierra

Dice el refranero español que “cuando marzo va a mediar, la primavera debe empezar”. Con la llegada de esta estación, la naturaleza despierta, los campos se llenan de color y las frutas y verduras de temporada alcanzan su esplendor. En nuestros hogares, el consumo de estos productos frescos aumenta, llenando nuestras mesas de sabores y colores.

Sin embargo, esta abundancia también trae consigo una cuestión importante: la generación de residuos orgánicos, como cáscaras, restos de verduras, pieles de frutas o posos de café. Muchos de estos desechos podrían tener una segunda vida si, en lugar de acabar en la basura, los utilizáramos para devolver al suelo lo que la naturaleza nos ofrece.

Para eso sirve el compostaje: un proceso sencillo y natural que transforma los desechos en un fertilizante rico en nutrientes. Esto reduce la cantidad de basura que generamos y contribuye a la economía circular.

Compost: del residuo al recurso

El compost es el resultado de un proceso biológico en el que los residuos orgánicos se descomponen y se convierten en un abono natural. Este proceso, llamado compostaje, imita lo que sucede en los bosques cuando las hojas caen, se descomponen en el suelo y alimentan nuevas formas de vida.

Pero su importancia va más allá de la fertilización del suelo. Compostar también tiene un impacto positivo en el medioambiente y en la gestión de residuos. Gracias a los sistemas de tratamiento y clasificación residuales, como los que gestiona Urbaser, los restos orgánicos que no se compostan en casa pueden ser procesados en plantas especializadas de compostaje o biometanización.

Además, el compost mejora la estructura del suelo: aumenta su capacidad de retención de agua y proporciona nutrientes esenciales a las plantas. Esto lo convierte en una alternativa natural y ecológica a los fertilizantes químicos, que degradan la calidad del suelo a largo plazo.

Esta práctica también tiene beneficios directos sobre la biodiversidad, al favorecer el desarrollo de microorganismos beneficiosos y lombrices que enriquecen la vida del suelo. Igualmente, reduce la contaminación atmosférica, ya que evita que grandes cantidades de residuos terminen en vertederos donde liberarían gases de efecto invernadero.

Por ende, hacer compost no solo es una práctica sostenible, sino también una forma de cerrar el ciclo natural de la materia orgánica y devolverle al suelo lo que nos da.

Cómo hacer compost en casa con residuos orgánicos

Hacer compostaje doméstico es más sencillo de lo que parece. No es necesario un jardín grande ni conocimientos avanzados de agricultura: solo un espacio adecuado y algunos materiales básicos.

En primer lugar, debes preparar el espacio y el contenedor donde realizarás este proceso. El compost necesita ventilación y humedad para descomponerse correctamente, por lo que, si tienes un jardín, puedes hacer un compostador con palés de madera o adquirir uno comercial. Si vives en un piso, existen alternativas como compostadores compactos o vermicompostaje con lombrices.

A continuación, debes equilibrar y remover el compost. El éxito de esta práctica radica en la proporción adecuada entre materiales verdes y marrones. Si el compost está demasiado seco, puedes añadir restos húmedos como cáscaras de frutas. Y, si por el contrario está muy húmedo y huele mal, puedes corregirlo depositando más hojas secas o cartón.

Asimismo, es importante remover la mezcla cada cierto tiempo para asegurar una buena oxigenación y acelerar el proceso. Habitualmente, el compost estará listo para enriquecer el suelo a los 9 meses, cuando los restos adquieren un color marrón oscuro y tienen olor a tierra húmeda.

¿Qué se puede compostar?

Para que el compost se desarrolle correctamente, es fundamental equilibrar dos tipos de materiales:

  • Materiales verdes (ricos en nitrógeno): restos de frutas y verduras, posos de café o té, bolsas de infusiones, cáscaras de huevo, cabello, estiércol, broza o césped recién cortado, entre otros.
  • Materiales marrones (ricos en carbono), que deben utilizarse en menor cantidad: hojas secas, cartón sin tintas, papel de cocina usado, serrín o aceite.

Del mismo modo, algunos residuos, como restos de carne y pescado, productos lácteos, aceites, comida procesada o papel con tinta de colores, no deben compostarse en casa, ya que pueden atraer plagas y generar malos olores. En cambio, en plantas de compostaje industrial estos materiales sí pueden tratarse gracias a sistemas más avanzados y controlados.

Migas Calientes, el compostaje a gran escala

El compostaje doméstico es una solución sencilla para reducir residuos, pero también existen iniciativas que lo desarrollan a gran escala. Un ejemplo es la Planta de Transformación de Residuos Vegetales de Migas Calientes, en Madrid, gestionada por Urbaser. En ella se procesan miles de toneladas de restos vegetales cada año para convertirlos en compost de alta calidad.

Este centro recibe los residuos procedentes de podas, parques y jardines de la Comunidad de Madrid. Primero se recolectan y se clasifican, después se trituran y pasan a un compostaje aeróbico, un proceso que utiliza oxígeno para descomponer la materia orgánica. Posteriormente, el material se mezcla y se filtra, y finalmente se traslada a zonas de curado donde reposa durante un tiempo para lograr una descomposición más controlada.

Así, se obtiene un compost que puede utilizarse como fertilizante para suelos o, en algunos casos, como base para la producción de energía mediante biometano.

Ilustración 1. Planta Migas Calientes

En concreto, en 2024, la planta procesó 4.897 toneladas de restos de poda, de las que se obtuvieron 844,5 toneladas de compost y 734 toneladas de mulch (una cobertura vegetal triturada que protege el suelo y ayuda a conservar la humedad). Comparativamente, en 2023, las entradas fueron de 3.810 toneladas, lo que resultó en 1.462 toneladas de compost y 1.284 toneladas de mulch.

El proceso de compostaje de esta planta dura un mínimo de 6 meses, y se pierde aproximadamente un 50% del peso inicial. Esto se debe a que los alimentos y restos vegetales contienen agua, que se evapora durante la descomposición. Además, los materiales se reducen a fibras más pequeñas. En cualquier caso, esta pérdida puede variar en función del tipo de residuos tratados en cada lote.

Ilustración 2. Residuos orgánico de podas, parques y jardines

La primavera, además de la estación del renacer, es una oportunidad para replantearnos cómo gestionamos nuestros residuos orgánicos. Compostar en casa no solo reduce la basura que generamos, sino que convierte los desechos en un recurso valioso para la tierra.

Porque si la primavera lo transforma todo, ¿por qué no transformar también nuestros residuos?